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La empresa continuó trabajando a su ritmo habitual. En 1972 estaban en plena producción el P250 Urraco, el 400 GT Jarama, el 400 GT Espada y el P400 Miura SV. Ese año, en un intento de mejorar unas ventas hasta entonces francamente bastante decepcionantes, el Jarama dotó de un motor de 365 CV y pasó a denominarse Jarama S.
En 1972, finalmente se puso en producción el Urraco, que había experimentado varias desaceleraciones iniciales. Casi inevitablemente, la versión S también llegó en octubre de ese año. En este caso, el objetivo no era mejorar las prestaciones del coche sino mejorar su calidad general, que se había descuidado en las prisas por iniciar la producción.
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